"La gratitud es un estado de aprecio, una acción de gracias, que nos hace ser humildes porque reconocemos en otros un acto de bondad, de servicio o de interés sincero que nos eleva y nos fortalece. La ingratitud es la actitud de no reconocer la ayuda recibida o, peor aún, reconocerla pero no agradecerla ni privada ni públicamente. La expresión y los sentimientos de gratitud, sin ostentación, tienen una maravillosa condición purificadora y sanadora, y son cálidos tanto para el que da como para el que recibe. El expresar a nuestro Padre Celestial en la oración nos trae paz, una paz que nos permite mantener el alma libre de llagas por lo que no tenemos. La gratitud nos brinda la paz que nos ayuda a sobreponernos a la adversidad y al fracaso; la gratitud diaria es la expresión de aprecio por lo que tenemos ahora, sin tener en cuenta lo que tuvimos en el pasado ni lo que deseamos para el futuro; además, el reconocer y apreciar los dones y el talento que se nos han dado nos hace ver la necesidad que tenemos de los dones y talentos de otras personas. La gratitud es un principio divino."
(Elder Robert D. Hales, Liahona julio 1992, pág.72)
(Elder Robert D. Hales, Liahona julio 1992, pág.72)
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